La crisis 2020 cambio para siempre la forma de vivir de la sociedad. La “nueva normalidad” a generado en las personas nuevos desafíos y nuevos problemas, esto implica un cambio en la forma en que él terapeuta aborda los conflictos.
Al igual que otros trabajos, la forma de relacionarnos con ese desafío cambió, sí un administrativo tenia que ir a la oficina todos los días d 8 a 17 hs, ahora lo realiza desde casa con un nuevo sistema o software a la vez que ayuda a sus hijos con las tareas del cole. Los bares cambiaron la forma recibir, entregar sus pedidos, los abogados tienen un sistema para realizar los tramites desde un programa central y así, un largo etc.
Antes de la crisis del 2020, en el ámbito terapéutico, se trabajaba (y se trabaja aún), desde la idea central de que el consultante “tiene un problema” que debe ser observado y corregido. Así, sí el problema es “mi pareja no me escucha, no me tiene en cuenta”, se busca solucionar dicho desafío y dependiendo de la escuela, corriente o sistema con el cual se identifique el terapeuta, los abordajes son:
- buscar en el pasado del consultante cuál es la historia o problema no resuelto y tomar conciencia de ello.
- cambiar su creencia que lo limita
- realizar protocolos para resolver el problema
- destrabar emociones
- reprogramar la mente
- cambiar la percepción
- etc.
Con esto no estoy diciendo que los métodos y técnicas que se utilizan ya no sirva, todo lo contrario, lo que digo es que todo eso tiene que estar orientado a un fin especifico, se tiene que incorporar la siguiente premisa para adaptarse al nuevo mundo: “un problema guarda en si mismo la solución”.
Pero, ¿cuál es el gran cambio de mundo del desarrollo personal?
Para los terapeutas o aspirantes, el reto pasa no solo por la tecnología, sino también por la forma que ayudan a sus clientes. Ya no es suficiente conocer el significado de las dolencias de la persona, tener un diccionario de sus signos y síntomas, no es suficiente la toma de conciencia de su historia, simplemente no lo es.
No se puede reducir la terapia entender el significado de lo que sucede y tratar de cambiarlo, hoy el desafío pasa por ayudar a transformar el problema que lo desafía en algo concreto, real y productivo.
CÓMO ADAPTARTE A LA NUEVA NORMALIDAD
Para alinear la consulta a las nuevas necesidades de la sociedad, el terapeuta necesita “deshabilitar” la idea de que el consultante tiene un error en su percepción la cual no le deja percibir la “realidad tal como es”.
Si nos detenemos a analizar la premisa, llegaremos a la conclusión de que, según esta premisa, existe una REALIDAD “perfecta” (como tiene que ser) y una realidad “imperfecta” (errónea), es decir, las cosas son de una forma dada y que el consultante (por un error en su percepción o limitación en su pensamiento) no esta alineado con esa “realidad perfecta”.
Por ende, el terapeuta se centra en solucionar este supuesto “error” y a partir de ello el problema se soluciona casi por arte de magia.
He hablado con muchos terapeutas que concuerdan con esta idea, pero se encuentran atrapados (o seducidos quizás) con la idea de focalizarse en el problema sin acompañarlo en el proceso de aprendizaje real y orientado a un propósito concreto. Es más fácil buscar inconsistencias en la vida o historia del cliente que el potencial que tiene a futuro para desarrollar.
Las exigencias de las personas que van a terapia son dos, una es cómo poder mejorar las relaciones personales y la otra es cómo vivir de lo que me haga feliz, no busques más que esto. Cada uno de estos desafíos llevan al mismo lugar, ser protagonistas de sus vidas, ser reconocidos por su valor y ser capaz de liderar a otros.
Si enfocas tu terapia a estos dos aspectos te darás cuenta de que en ambos casos, lo que la persona busca es tomar las riendas de su vida y para ello no alcanza con intentar “corregir la percepción”, sino que necesita un proceso activo de transformación de su vida.
A nivel practico esto representa, no sólo, que el terapeuta sepa definir con precisión cuál es el desafío al cual se enfrenta la persona (ya que es el motor del cambio) y hacia donde quiere dirigir su vida, sino también conseguir resultados “concretos” en la vida del consultante.
NO NECESITAS CAMBIAR TU METODO, SÓLO RE DIRECCIONARLO
Desde 2008 con la aparición de lo primero videos acerca de las enfermedades, fuimos aprendiendo a dividir al ser humano en órganos, signos y síntomas y a todos ellos le asociamos una historia detrás, así, sí la persona tenía problemas de hígado por ejemplo, argumentábamos que el origen de ese “problema” era una emoción atascada (o un error percepción) y a un suceso de la historia familiar, el cual hoy tenia que ser “resuelto”.
Nos volvimos “terapeutas diccionario”, donde todo se reducía resolver un problema.
Buscamos resolver los problemas de nuestra vida con protocolos de PNL, hipnosis, buscando la historia familiar, alejándonos de la familia (la famosa cuarentena de la familia), conexiones universales de forma tal que nuestra vida cambiará casi de forma mágica. Dividimos, clasificamos y estructuramos al ser humano para entenderlo, el error fue no volverlo a unir.
En 2021 ya no es suficiente la comprensión mental de los problemas, lo que nos pide la nueva normalidad es la puesta en marcha de acciones concretas, con resultados reales y que permitan comprender que la persona cuando tiene un problema a nivel pareja o trabajo, tiene disponible un potencial a desarrollar, es decir, un aprendizaje pendiente a futuro.
CÓMO PASAR DE SER UN “TERAPEUTA DICCIONARIO” A UN “TERAPEUTA PRO”
Lo primero es dejar de pelear con el problema, para ello, necesitas conocer (ya en la primera sesión) es cuál es el sueño pendiente que tiene el cual a postergado a lo largo de los años. Este postergado tiene que ver con los dos aspectos que te mencione antes: relaciones y futuro profesional.
Una vez encontrado su postergado, enfocar la atención en el futuro de la persona (que sueños tiene, cómo se ve en 5 años, que quiere conseguir que cree que es imposible) y elaborar un plan de acción de acuerdo a ello. Así, cuando él consultante encuentra direccion y sentido, toda la energía del conflicto se dirige a su potencial.
Lo segundo es focalizarte en el comportamiento de consultante y no es sus síntomas y signos (enfermedades), así lograrás tener un panorama más amplio de lo sucede y elaborar un plan de acción centrado en sus capacidades y no en sus limitaciones.
Recuerda, “el conflicto es energía, no desaparece solo sé transforma”.
¡Un gran abrazo!
Pablo
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